Uma das unidades do exército de D. Juan de Áustria que participou na conquista da cidade de Évora, vindo posteriormente a ser derrotada na batalha do Ameixial, foi um terço levantado em Madrid em 1661, com naturais da província de Toledo e designado como tercio de don Diego Fernando de Vera. Teve o baptismo de fogo nesse ano de 1661, no assédio a Arronches, em 15 de Junho, e no ano seguinte participou na campanha do Alentejo, integrado no exército de D. Juan de Áustria. Sob o comando do mesmo general, regressou ao Alentejo em 1663. Na batalha do Ameixial, sempre sob as ordens do mestre de campo D. Diego de Vera, o terço alinhou 5 companhias, com 38 oficiais e 206 soldados (António Álvares da Cunha, Campanha de Portugal…, pg. 89). Apesar da derrota e subsequente fuga do exército espanhol, o terço continuou a existir. Em 1664 fazia parte da guarnição de Badajoz, e em 1665 regressou ao Alentejo, para participar em mais uma derrota das armas de Filpe IV, desta vez na batalha de Montes Claros. Até ao final da Guerra da Restauração, o terço esteve estacionado em Olivença.
A unidade de infantaria continuou a existir, agora como regimento, durante os séculos XVIII, XIX e XX. A sua última designação foi Regimiento de Infantería de Defensa Contra Carros nº 35, tendo sido dissolvido em 1987. Mas por muito tempo foi conhecido como Regimiento de Infantería Toledo nº 35, com o cognome “El Profetizado”. Este cognome teve origem precisamente durante a campanha de 1663, na ocasião da tomada de Évora pelos espanhóis. O então terço de D. Diego de Vera ocupou o convento do Carmo, e durante um intervalo na peleja, o mestre de campo pôs-se à conversa com um religioso português, procurando convencê-lo de que estaria próxima a reconquista, para a Coroa espanhola, do Reino de Portugal. O religioso retorquiu aos argumentos de D. Diego, dizendo cautelosamente que nunca duvidara que Castela viesse a ser dona de Portugal, o que duvidava é que viesse a ser naquela ocasião. E acrescentou que um homem, que Portugal venerava como santo, tinha deixado muitas profecias e entre elas o que estava sucedendo naqueles tempos. Que seriam os castelhanos donos de Évora por três dias, e que entrariam por uma porta e sairiam por outra; que perderiam a batalha de O Cancho [note-se a semelhança com a designação Batalha d’O Cano, que durante muito tempo foi a mais conhecida denominação da batalha do Ameixial], e que um da Casa de Áustria iria fugir pelos montes. Ora a profecia viria a tornar-se realidade, o que levaria o Conde de Clonard a rematar, já no século XIX: casos son estos que antes de suceder causan risa, llanto después de sucedido.
Esta pequena história, cuja veracidade é impossível de comprovar, surge na obra do Conde de Clonard Historia orgánica de las Armas de Infantería y Caballería (Madrid, 1857, tomo IX, pg. 473), e é citada por Álvaro Meléndez Teodoro em Apuntes para la Historia Militar de Extremadura (Editorial 4 Gatos, Badajoz, 2008, pg. 322). Todavia, não deixa de ser curiosa a origem “portuguesa” do cognome de uma unidade militar com tão longa duração no exército de Espanha.
Imagem: “O último terço”, ilustração de Ferrer-Delmau.
De Juan Antonio Caro del Corral chegou este acrescento e correcção, que aqui fica, com os meus agradecimentos; entretanto, corrigi o nome do mestre de campo que surgia acima como “Fernández” em vez do correcto “Fernando”:
Se llamó realmente Diego Fernando de Vera y Vargas, correspondiéndole uno de los puestos de maestro de campo para gobernar los cinco tercios de infantería que, mediado el año 1665, se hallaban acuartelados en la plaza de Badajoz.
Poco antes de salir a la campaña militar, con dirección el sitio de Évora, el tercio de don Diego paso Muestra al objeto de conocer el número exacto de oficiales y soldados que lo integraban.
El viernes, 1 de mayo, se supo que la última recluta de hombres para reforzar dicho tercio, todos procedentes de la provincia de Toledo, no había logrado cumplir las expectativas. A pesar de ello, las diferencias entre lo solicitado y lo verdaderamente recibido fueron mínimas: sólo se echaron en falta 4 soldados, quienes habían desertado antes de llegar a su destino pacense. Por lo tanto, cinco jornadas antes de salir de Badajoz, el tercio de Vera estaba formado, al menos, por 165 infantes.
Peor estadística tuvieron los cuatro tercios restantes, pues uno de ellos alistó 50 soldados menos de lo esperado.
Aún con las faltas, el volumen total de nuevas incorporaciones para los cinco tercios de Badajoz sumaba 1.106 hombres, los cuáles se agregaron a las compañías de los maestros de campo Anielo de Guzmán “marqués de Castel Rodrigo”; Rodrigo de Mújica; Juan Barbosa; Luis Méndez de Haro “marqués del Carpio” y, por supuesto, nuestro Diego Fernando de Vera, líder de aquel tercio que, por caprichos del destino, se apodo “El Profetizado”.
Se llamó realmente Diego Fernando de Vera y Vargas, correspondiéndole uno de los puestos de maestro de campo para gobernar los cinco tercios de infantería que, mediado el año 1665, se hallaban acuartelados en la plaza de Badajoz.
Poco antes de salir a la campaña militar, con dirección el sitio de Évora, el tercio de don Diego paso Muestra al objeto de conocer el número exacto de oficiales y soldados que lo integraban.
El viernes, 1 de mayo, se supo que la última recluta de hombres para reforzar dicho tercio, todos procedentes de la provincia de Toledo, no había logrado cumplir las expectativas. A pesar de ello, las diferencias entre lo solicitado y lo verdaderamente recibido fueron mínimas: sólo se echaron en falta 4 soldados, quienes habían desertado antes de llegar a su destino pacense. Por lo tanto, cinco jornadas antes de salir de Badajoz, el tercio de Vera estaba formado, al menos, por 165 infantes.
Peor estadística tuvieron los cuatro tercios restantes, pues uno de ellos alistó 50 soldados menos de lo esperado.
Aún con las faltas, el volumen total de nuevas incorporaciones para los cinco tercios de Badajoz sumaba 1.106 hombres, los cuáles se agregaron a las compañías de los maestros de campo Anielo de Guzmán “marqués de Castel Rodrigo”; Rodrigo de Mújica; Juan Barbosa; Luis Méndez de Haro “marqués del Carpio” y, por supuesto, nuestro Diego Fernando de Vera, líder de aquel tercio que, por caprichos del destino, se apodo “El Profetizado”.
Se llamó realmente Diego Fernando de Vera y Vargas, correspondiéndole uno de los puestos de maestro de campo para gobernar los cinco tercios de infantería que, mediado el año 1665, se hallaban acuartelados en la plaza de Badajoz.
Poco antes de salir a la campaña militar, con dirección el sitio de Évora, el tercio de don Diego paso Muestra al objeto de conocer el número exacto de oficiales y soldados que lo integraban.
El viernes, 1 de mayo, se supo que la última recluta de hombres para reforzar dicho tercio, todos procedentes de la provincia de Toledo, no había logrado cumplir las expectativas. A pesar de ello, las diferencias entre lo solicitado y lo verdaderamente recibido fueron mínimas: sólo se echaron en falta 4 soldados, quienes habían desertado antes de llegar a su destino pacense. Por lo tanto, cinco jornadas antes de salir de Badajoz, el tercio de Vera estaba formado, al menos, por 165 infantes.
Peor estadística tuvieron los cuatro tercios restantes, pues uno de ellos alistó 50 soldados menos de lo esperado.
Aún con las faltas, el volumen total de nuevas incorporaciones para los cinco tercios de Badajoz sumaba 1.106 hombres, los cuáles se agregaron a las compañías de los maestros de campo Anielo de Guzmán “marqués de Castel Rodrigo”; Rodrigo de Mújica; Juan Barbosa; Luis Méndez de Haro “marqués del Carpio” y, por supuesto, nuestro Diego Fernando de Vera, líder de aquel tercio que, por caprichos del destino, se apodo “El Profetizado”.
Juan A. Caro del Corral
Muito obrigado pelo esclarecimento, estimado amigo. Vou passar esta parte que escreveste para o artigo principal.
Forte abraço