Alguns dados biográficos de D. Sancho de Monroy, mestre de campo do exército espanhol – por Juan Antonio Caro del Corral

Al hilo de lo referido en el artículo sobre el encuentro de Moraleja en marzo de 1650, y tomando como principal consecuencia del mismo la muerte de dº Sancho de Monroy, quien comandaba las tropas castellanas derrotadas y, además, ejercía el mando militar de toda la zona (española) fronteriza dónde se libró la batalla, queríamos añadir un breve comentario biográfico acerca de citado personaje, mediante el cual se entiende la satisfacción mostrada por los soldados portugueses, especialmente su comandante, dº Sancho Manuel de Vilhena (futuro Conde de Vila Flor), al saber la noticia del fallecimiento. Vayamos, pues, a esa cita:

ALGUNOS DATOS BIOGRAFICOS DEL MAESTRO DE CAMPO, DON SANCHO DE MONROY

Los datos extraídos de su Hoja de Servicios, indican que Sancho comenzó su exitosa carrera militar en torno al año 1636; al menos en tal fecha se le nombra con cargo de capitán de una compañía de infantería española de picas y otra de caballos lanceros, ambas pertenecientes al ejército desplegada en las provincias flamencas. Allí estuvo durante tres años, comenzados a contar desde el referido 1636, hasta el día 11 de enero de 1639, en el cual recibio licencia. En ese tiempo se halló en la recuperación de las plazas francesas de Armont y Velamont, así como en el sitio impuesto a la villa gala de Maguz. Una de sus acciones estelares ocurrió la noche del 21 de junio de 1638, dónde fue en socorro de las compañías que habían partido en vanguardía para conquistar el fuerte y dique de Calo. Se situó en primera línea de combate, resultano herido en el brazo izquierdo a consecuencia de un certero mosquetazo; pero insistió en seguir dando pelea, hasta que nuevamente recibió en el mismo miembro otro disparo, cayendo definitivamente al suelo teniendo entonces que ser desalojado. La gravedad de las heridas fue motivo de que le amputasen el brazo mencionado. Regresado a España, fue premiado con 80 escudos de sueldo al mes (merced real concedida el 20 de febrero de 1640). Tras haber servido algunos meses en el frente catalán bajo órdenes del Marqués de los Velez, y habiendo sido otra vez licenciado para descansar, volvió a empuñar las armas en el recien creado Ejército de Extremadura. Aquí obstento el puesto de Maestro de Campo de un tercio de infantería castellana, el cual ubicó sus cuarteles en la ciudad de Badajoz desde el 16 de agosto de 1643 hasta 11 de enero de 1646 (28 meses y 26 días en total), fecha en la que se reformó su compañía. Entre los sucesos que contaron con su presencia fue de notar la batalla de Montijo, dónde el resto de compañeros y oficiales concluyeron que jugo un papel destacadísimo para que el bando castellano obtuviera el triunfo (sobre el desenlace del combate actualmente hay opiniones diferentes: para unos resultaron vencedores los españoles, para otros fueron los portugueses) dado que con su tercio y la colaboración del que comandada dº Juan Bautista Pignatelli, rompieron uno de los escuadrones lusitanos, poniéndolos en fuga. El propio Sancho de Monroy logró atrapar a Francisco de Almada “… agarrandole por las gresas…”. Tras aquel combate, y por lo bien que se había comportado, el monarca español Felipe IV decidió no reformar el tercio liderado por Monroy, siendo éste el único que se libró de aquella reestructuración. Luego de 1644 pasó don Sancho a pelear en la defensa de Badajoz y también en la de Jeréz de los Caballeros, por tener avisos el Conde de Santisteban (máxima autoridad del ejército extremeño)de que los portugueses hacían intención de tomarla. Poco tiempo después, el Marqués de Molinghen le llamó para acudir a dar batalla frente a los muros de San Alexo y Safara; e igualmente obraron el Marqués de Torrecuso y el de Leganés, bajo cuyas órdenes lucho Monroy en los encuentros de Elvas, puente de Olivenza, fuerte de San Juan y Telena respectivamente. Las siguientes noticias que hemos recopilado sobre la azarosa vida de nuestro personaje, nos situan en 1648, dónde Sancho parece que ya esta al frente de la jefatura del partido de Alcántara. Desde ese momento sera protagonista de varias escaramuzas libradas en pueblos de la zona aludida, ganándose el respeto, como afamado militar y digno rival, en palabras de dº Sancho Manuel. Tras su muerte, acaecida la noche del 23 de marzo en la pelea junto a Venta del Caballo (punto intermedio entre Zarza la Mayor y Moraleja, su esposa viuda, Josefa Andrea de Aldana, solicitaba un reconocimiento (“… lo mataron los portugueses a sangre fría teniéndolo prisionero…”) pues ella había quedado en un estado de gran precariedad y pobreza, habiendo perdido no sólo a su marido, sino que con él gran parte de su hacienda, teniendo ahora que afrontar muchas deudas.
Para terminar digamos que el nombre completo de nuestro protagonista fue Sancho de Monroy y Guzmán Zúñiga y Enríquez de Guzmán. Nació en la localidad cacereña de Monroy, siendo uno de los miembros del linaje del mismo nombre. Su probada nobleza e hidalguía le fue confirmada poco antes de morir, concediéndosele el hábito de caballero de la Orden Militar de Alcántara.

Imagem: Piqueiros e mosqueteiros formando em batalha – ou seja, compondo um esquadrão. Foto de J. P. Freitas, em Kelmarsh Hall (Inglaterra), durante uma reconstituição de um combate do período da Guerra Civil Inglesa.

Os antecedentes do combate de Moraleja (23 de Março de 1650), por Juan Antonio Caro del Corral

A propósito do artigo recentemente aqui colocado sobre o combate de Moraleja, o estimado amigo e investigador Juan Antonio Caro de Corral inseriu um comentário que, em si mesmo, é um interessante artigo, que completa e esclarece o anterior por mim publicado. Por esse motivo, e com a devida vénia, aqui lhe dou o devido destaque:

Muy cerca de dicha plaza de armas portuguesa – que era el cuartel principal de esta zona fronteriza – se situaban, en el lado extremeño, dos localidades de igual importancia: Moraleja y Zarza la Mayor.


De ambas solían partir las milicias que se internaban en Portugal a saquear. Por dicho motivo, don Sancho Manuel lanzaba, siempre que podía, ataques para contrarrestar tales entradas.

La orografía del terreno era muy propicia para llevar a cabo emboscadas, que era la táctica más usual empleada por los militares, con el fin de obtener un mayor benefício con un coste mínimo.

Con tales precedentes, ya en los inicios de febrero tuvo lugar una escaramuza en un lugar situado a medio camino entre las citadas Zarza y Moraleja, llamado Ventas del Caballo, escondido entre la Sierra de la Garrapata, límite natural de los términos municipales de sendas localidades.


Los hombres de Sancho Manuel consiguierón excelente botín, lo que propició una respuesta castellana; precisamente el ataque a las proximidades de Penamacor, en el cual murieron los dos oficiales que cita el artículo de Jorge P. Freitas, y que aparece como cabecera de este breve comentario.

Tras dicha cabalgada, y sin apenas tiempo para descansar, se produjo una nueva operación militar. Esta vez se trato de una acción a modo particular, protagonizada por un soldado de Zarza la Mayor que respondía al nombre de Juan Martín Garrido. Sin contar con apoyos, trabó combate con un grupo de caballería portuguesa que realizaba un reconocimiento de vigilancia en los alrededores de Salvaterra do Extremo, localidad rayana muy próxima a Zarza la Mayor. Logró arrebatarles varias monturas, regresando a su cuartel muy satisfecho.

Como otras veces anteriores, Sancho Manuel dispuso una salida de represalía, que fue abortada por el capitán extremeño Fernando Alonso Torobico, quien parapetó en Zarza más de 400 infantes.

Insitió el empeño del general lusitano, y fue entonces cuando se produjo el combate de Moraleja, durante la noche del 23 de marzo, volviendo a ser escenario del suceso el paraje de las Ventas del Caballo.


La noticia de la derrota castellana fue muy bien aprovechada y publicitada por el bando portugués. No en vano, entre los soldados caídos, se encontraban varios oficiales que se habían distinguido por su eficacia en escaramuzas anteriores, causando graves daños a los pueblos lusitanos de la frontera beirense. Entre los muertos estaba el capitán zarceño Juan Montero Polán, uno de los más destacados de las milicias populares de la localidad, comunmente llamadas Montados de Zarza (un escuadrón semejante a los caballos pillantes portugueses)y, como no, la muerte más aplaudida (y llorada) fue la del oficial al mando, don Sancho de Monroy, de ilustre familia con mucha historia militar a sus espaldas. Dicen las viejas crónicas que el combate de aquella madrugada fue tan sanguinolento, que a varios de los muertos les cortaron posteriormente las orejas.

Apenas se dió la alarma de lo sucedido, toda la comarca se puso en defensa, pensando que los portugueses, animados con su victoria, continuarían su avance demoledor.

Gracias a los socorros enviados, desde la plaza de Alcántara, por el maestre de campo don Simón de Castañizas, a los que se sumaron los vecinos de pueblos cercanos (unos 150 jinetes), se logró detener a la tropa de Sancho Manuel.

Más tarde se reanudarían los ataques recíprocos, pero eso es otra historia.

Como nota final, comentar que existe un folleto propagandístico de lo sucedido. Se titula de la siguiente manera:
Relaçam da insigne Vitoria que o Gouernador das Armas D. Sancho Manoel alcançou dos caftelhanos en que foi morto, Don Sancho de Monroy feu Gouernador das Armas.

Imagens:

Em cima, vista de satélite das localidades de Moraleja (canto superior direito) e Zarza la Mayor (em baixo) na actualidade, a partir do programa Google Earth; a amarelo, a fronteira hispano-portuguesa.

Em baixo, reprodução parcial de Le Portugal, exemplar de cartografia francesa dos inícios do século XVII. Note-se, na parte superior direita deste pormenor do mapa, a localidade de “Moralexa”, ou seja, Moraleja. Biblioteca Nacional de Lisboa, Cartografia, CC1777A.

O combate dos campos de Moraleja, 23 de Março de 1650

Assistindo D. Sancho em Viseu, vieram os Castelhanos com trezentos cavalos correr a campanha de Penamacor. Saiu desta praça o mestre de campo João Fialho com o seu terço, e o capitão de cavalos Manuel Furtado com sua tropa. Adiantou-se este da infantaria intempestivamente; investiram os Castelhanos, mataram-no logo, e ao ajudante da cavalaria Francisco de Figueiredo. Acudiu João Fialho, retiraram-se os Castelhanos, e foram os dois mortos geralmente sentidos por haverem servido com grande valor e satisfação.

(ERICEIRA, Conde de, História de Portugal Restaurado, edição on-line (facsimile da edição de 1759), Parte I, Livro XI, pg. 338 – citação vertida para português actual)

Este trecho publicado pelo Conde de Ericeira na História de Portugal Restaurado serve de introdução ao combate dos campos de Moraleja, pois que a incursão espanhola que custou a vida aos dois oficiais portugueses provocou uma resposta por parte de D. Sancho Manuel de Vilhena, então governador das armas do partido de Penamacor. O resultado da operação de desforra foi superior ao inicialmente pretendido, uma vez que nos combates entre as duas forças inimigas – tão característico da longa guerra de baixa intensidade travada nas fronteiras – acabou por perder a vida D. Sancho de Monroy, galhardo e experiente militar espanhol, governador das armas do partido de Alcântara. Como sempre, D. Sancho Manuel não perdeu tempo em enviar para o Conselho de Guerra um relatório com a sua versão dos acontecimentos. Esta era uma forma muito usual do futuro Conde de Vila Flor mostrar os seus serviços à Coroa portuguesa, num misto de auto-propaganda e dever de ofício, tendo sempre no horizonte a almejada recompensa pelo zelo demonstrado. Ainda que pouco significativos fossem os combates, se a sorte das armas pendesse para as hostes lusas, aí estava célere D. Sancho Manuel de pena em punho, passando ao papel os momentos de ferro, chumbo e pólvora. Com esta prolixidade, os arquivos respeitantes ao Conselho de Guerra contêm um manancial de informação sobre os combates da fronteira da Beira, em boa parte (mas não na totalidade) aproveitados pelo Conde de Ericeira para compor a sua monumental obra.

A versão dos acontecimentos passados em 22 de Março de 1650, nos campos de Moraleja (distrito de Cáceres), durante os quais perdeu a vida D. Sancho de Monroy, é aqui trazida através da transcrição para português corrente de uma carta de D. Sancho Manuel, datada de 25 de Março e anexa à consulta do Conselho de Guerra de 4 de Abril de 1650 (ANTT, Conselho de Guerra, Consultas, 1650, maço 10):

Relata esta carta a Vossa Majestade o mais feliz sucesso e a maior vitória que as armas de Vossa Majestade alcançaram nesta Província desde sua feliz aclamação a esta parte.

Já avisei a Vossa Majestade como o inimigo na campanha desta praça matou ao capitão de cavalos Manuel Furtado de Mesquita e ao ajudante Francisco de Figueiredo, e como estes dois cabos eram pessoas de opinião e bom procedimento no serviço de Vossa Majestade, foram suas mortes mui sentidas e mais por serem mortos a sangue frio, ficando por minha conta a satisfação deste empenho, que procurei como abaixo digo.

Alcancei, por confissões de algumas línguas, que o inimigo estava com seis tropas de cavalos na sua praça da Moraleja, aguardando que a cavalaria deste partido fizesse alguma entrada por aquela parte, por ser mui cómoda para atalhar todas as entradas na sua campanha. E como me constou esta certeza, tratei de de mandar àquela praça um troço de gente capaz de poder chocar com a que o inimigo se achava, como em efeito mandei em 22 deste [mês],ordenando ao mestre de campo João Fialho que com quinhentos mosqueteiros, que tirei das guarnições das praças, pagos e auxiliares, ocupasse o posto da Venda do Cavalo, sítio que tem grandes conveniências para infantaria, e com duzentos cavalos da mesma qualidade, que constam das três tropas pagas e três da ordenança, ordenei ao capitão Gaspar de Távora e Brito que fosse à campanha da Moraleja, onde as tropas do inimigo alojavam, e que tocando-lhe armas, pegando-se no que se achasse sem fazer demora nem lançar partidas ao largo, se tornasse a retirar onde o mestre de campo o aguardava com a infantaria, e que ali fizesse alto e desse penso [ou seja, a ração] à cavalaria, esperando pelo inimigo que se havia de ver marchar de meia légua de distância [cerca de 2,5 Km]. E assim sucedeu como eu o podia desejar, porque tomando o inimigo a vista da nossa cavalaria, a veio buscando até chegar ao sítio onde a nossa gente o aguardava. Trazia o inimigo seis tropas de cavalos, que constavam de duzentos e trinta [cavaleiros],  governadas pelo capitão Dom Francisco dal Mesquita, e com eles vinha o mestre de campo Dom Sancho Monroy, governador das armas do partido de Alcântara, bem conhecido nos exércitos del-Rei de Castela por sua qualidade e valor. Vindo em direitura buscar a nossa gente, e como a ordem que eu tinha dado ao mestre de campo João Fialho era que se chocasse sem se dar quartel a ninguém, por eles assim o haverem usado com o capitão Manuel Furtado e ajudante, pedindo-lhe as vidas, o dispôs ele assim, mandando formar das nossas seis tropas três batalhões [formações tácticas da cavalaria – note-se que D. Sancho Manuel refere-se a companhias quando refere tropas], e entre eles mangas de infantaria à ordem do sargento-mor António Soares da Costa,  com que se marchou com a cara ao inimigo, e este formado aguardou o choque. Levava a vanguarda, com o primeiro batalhão, o capitão João de Almeida Loureiro, que foi o primeiro que se misturou com o inimigo, e seguindo-o a ele a mais cavalaria com o capitão Gaspar de Távora, que pelejou com grande valor, e o capitão Paulo de Brito da Costa fizeram o mesmo, e depois de apertado o inimigo das nossas armas, havendo pelejado com grande instância por grande espaço, se quis pôr em fugida, mas não lhe valeu, porque se lhe foi dando alcance mais de uma légua, e de toda a sua cavalaria se não viram recolher mais que até vinte e cinco cavalos. Teve o inimigo nesta ocasião uma considerável perda com a morte de todos os seus cabos, a saber: o governador da cavalaria Dom Francisco dal Mesquita, o capitão de cavalos Dom Fernão [Fernando] de Alonso Torobico, o capitão de cavalos João Polão [Juan Montero Polán], o capitão de cavalos Dom Fabião de Cabrera, dois ajudantes da cavalaria, três tenentes, todos mortos naquela investida. Antes de o inimigo voltar as costas morreram mais de cem homens da sua parte, e para lustre de tão grande vitória morreu também o mestre de campo Dom Sancho Monroy, governador das armas do partido de Alcântara, pessoa da maior experiência e talento que tinha o inimigo, tomado-se-lhe muitos cavalos de que têm aparecido sessenta, que ficam nas cavalarias de Vossa Majestade (…). E para que Vossa Majestade saiba que este sucesso foi obrado mais por promissão divina que por braço de soldados, se não perdeu da nossa gente mais que dois mortos, valendo-lhe [aos restantes] irem armados de peito, espaldar e murrião, e nove feridos com um alferes; morreram no alcance nove cavalos nossos (…). Penamacor, 25 de Março de 1650.

Imagem: “Cena de Batalha”, por Philips Wouwerman (1619-1668).