O capitão da ordenança e de auxiliares Luís Machado de Miranda: perfil de um combatente

Do estimado amigo Carlos P. M. da Silva recebi um interessante artigo que, com a devida autorização do autor, a quem agradeço, passo a reproduzir aqui.

Aventuras do capitão Luís Machado de Miranda: perfil de um homem muito completo

Entre os nomes bem conhecidos, quase familiares, dos investigadores e genealogistas que frequentam a Guimarães seiscentista, e o eixo Guimarães-Famalicão, temos Luís Machado de Miranda (Guimarães S. Paio, 1620 – Vermoim, 1695). Amplamente referido nos livros paroquiais, como padrinho, testemunha ou como pai de meninos da freguesia, com seus irmãos da Casa da Breia (Vermoim); nos livros da Câmara de Guimarães, como homem da governança, vereador, e como capitão de ordenanças no período conturbado da Guerra da Aclamação. Junto dois documentos que revelam um perfil um pouco mais completo desta interessante e ativa personagem.

Aspecto intelectual:

muito lido e de grande memoria, foi o tombo das familias do Minho. Fonte: “Livro das genealogias nobres deste reino de Portugal” dos apelidos que pertencem à letra M” – ver Machados da Breia- folha 264.

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Estado de serviço na guerra:

serviços […] feitos em capitão de uma companhia da ordenança da vila de Guimarães do ano de 1640 até o de 1647 em que foi promovido a capitão de auxiliares na mesma comarca.

o ano de 1641 assistir de guarnição na praça de Melgaço por duas vezes provendo os soldados da sua companhia e indo a Ponte das Vargas rebater os inimigos com muito risco de sua pessoa acompanhando depois o capitão-mor de Guimarães ao castelo de Lindoso / Sendo dos primeiros que cometeu a trincheira e no saque de seis lugares na entranda do lugar de Lamas e queima de um reduto;

o ano de 1642 acompanhar com dois homens a sua custa um comboio de munições [da coroa], na entrada que se fez por Galiza em que se saquearam e queimaram muitos lugares ocupando os postos mais perigosos / Sendo dos primeiros que investiram e entraram a vila de Lobeira;

o de 1643 nos repetidos rencontros da passagem do Rio Lima e tomada de Salvaterra na entrada daquela praça gouvernou um troço de mosqueteiros e tornando o inimigo sobre ela se lhe encarregar um lanço de muralha que defendeu com valor;

o de 1644 na entrada do lugar de São Bartolomeu das Eiras aonde foi ferido com um chuço na braço esquerdo e na entrada do lugar de Tamuge;

o de 1646 na peleja sobre a trincheira de Salgoza;

e o de 1647 assistindo com sua companhia na praça de Salvaterra Se achar no encontro que houve com duas tropas inimigas adiantando-se a guardar o passo de uns valos em que pelejou com muito valor até o mandarem retirar;

e depois de ser nomeado capitão de auxiliares assistir do ano de 1648 até o de 1654 na raia da Portela do Homem aos rebates que se ofereceram e rebater a entradas do inimigo com dois criados e cavalo a sua custa.

Fonte : Diligência de habilitação para a Ordem de Cristo de João de Sequeira Monteiro.

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Documento também ilustrativo, talvez, do que podia ser a participação de tropas vimaranenses nas operações militares da fronteira do Minho durante a Guerra da Restauração (1640-1668).

Imagem: Combate de cavalaria; autor desconhecido, pintura a óleo, séc. XVII.

O combate de Vila Nova de Cerveira (17 de Setembro de 1658) – um artigo de Carlos Durán Cao

Chevau-legers 2

Do estimado amigo Carlos Durán Cao recebi esta excelente colaboração, em galego e castelhano, que por falta de tempo só agora consegui colocar no blog. Ao Carlos Durán, os meus agradecimentos.

TRECHO DO LIBRO INTITULADO “ARMAS Y TRIUNFOS: HECHOS HEROICOS DE LOS HIJOS DE GALICIA” escrito no ano 1662 por Felipe de la Gándara, cronista oficial do Reino de Galiza.

Este libro foi escrito com o obxetivo fundamental de presentar os servizos prestados polo reino de Galiza ao monarca Filipe IV da Espanha na guerra de restauraçao de Portugal nuns momentos en que os galegos xa estaban a ser  pouco considerados en Castela.

Como e normal o contido lo libro conten a versión (versao) galega dos eventos producidos na fronteira galego-portuguesa no veran (verao) de 1658, e como e normal nestas publicacións (publicaçoes) non e simples comprobar a verdade do que aconteceu sobre todo o referente as perdas en homes e material dos contendores; sera interesante verificar o que din destas operacións militares o conde de Ericeira e outras fontes históricas portuguesas, neste caso e en todos os outros, para ter unha (uma) idea mais objetiva dos acontecementos militares.

Comentario do pai Gandara sobre os portugueses no principio do libro

Es el caso que el año  pasado de 1659  aviendo las Católicas Armas de nuestro Rei i Señor Don Felipe IV el Grande Monarca de las Españas alcançádo felicisimas vitorias de los Rebeldes de Portugal por la prte de Galicia i a donde le sirvieron los naturales desde muy Noble Reino luchando contra la nación mas belicosa, del maior ardimiento y presunción de valentía que se conoce en el orbe (Lutando contra a nação mais guerreira,do ardor Maior e assunção de coragem que é conhecido no orbe)

TEXTO ORIXINAL EN CASTELHANO NA PARTE REFERIDA AS OPERACIONS PRINCIPAIS LEVADAS A CABO NO ANO 1657 E NO ANO 1658 ATE A BATALHA OU COMBATE CHAMADO DE VILANOVA.

(…) En el año pasado de 1657 siendo gobernador y capitán general del Reino de Galicia don Vicente Gonzaga, de la casa de los duques de Mantua, del consejo de guerra de España, Gentilhombre de la Camara de su Majestad, capitán general antes de la caballería de los estados de Milán, entró con gran felicidad, venciendo innumerables dificultades con el exercito de Galicia en Portugal; y fabricó un castillo real (1) (a quién le dio el nombre de San Luis Gonçaga, dentro de aquel reino de la otra parte del Miño en el territorio de san Pedro de la Torre en distancia de una legua de Valencia (Valença do Minho), ltra de Villanueva de Cerveira, plaças del Rebelde, en cuia oposición fabricaron los portugueses nueve atalayas; torres fuertes que le circunvalaban, distantes un tiro de cañón de nuestro castillo, para impedir con ellas nuestras correrías, y media legua en distancia labraron un fuerte Real, adonde tenian acuartelada la gente para oponerse a la nuestra.

 El primero de Março de 1658 fue servido a su Majestad de elegir por Gobernador y Capitán General de Galicia al Marqués de Viana don Rodrigo Pimentel (2) elección bien recibida y aplaudida asi en la Corte como en Galicia con que se prometió aquel reino grandes felicidades de su gran cristiandad y celo en el bien público como señor natural del reino en el que tiene sus estados. El cual salió desta corte a 22 de Junio de 1658 llevando consigo por su Maestre de Campo General a don Baltasar de Rojas y Pantoja; soldado de grandes experiencias y valor que su Majestad eligió para este puesto; y al Maestre de Campo don Francisco de Castro, natural del mismo reino de Galicia de la villa de Verín, caballero de la Orden de Santiago que es hoy general de la artillería y merecedor de mayores honores y puestos.

 Y en mediados de julio recibió el marqués cartas en que su Majestad le ordenaba acelerase su jornada, y fuese disponiendo todas las cosas necesarias, formase exercito para  entrar en tierras del Rebelde. Hizolo asi el Marqués con notable presteza y prontitud de los naturales, que le recibieron y se vieron en menos de doce días muy consolados por haber reformado su Excelencia cosas muy superfluas y excesos con castigos de oficiales que habían usado mal de las permisiones de la guerra.

En seis de Septiembre se puso con el exercito formado en la ciudad de Tui, que constaba de cuatro mil infantes, tres mil milicianos (3), dos mil gastadores (4) y setecientos caballos, cuyo General era don Bernardino de Meneses, Marqués de Penalba y conde de Tarouca, Grande de Portugal y maior soldado, cuya lealtad merece grandes elogios y alabanzas, y aviendose de pasar el río Miño, se mandó echar el puente de barcas y el día doce de septiembre acabó de passar todo nuestro exercito encaminando al fuerte San Luis Gonzaga. Es su sitio en la tierra mas amena de aquellos paises, muy conveniente a nuestros fines, como lo ha enseñado la experiencia, y es una de las mayores fuerças de España. Al otro día junto el Marqués su consejo y declaro el orden que tenía su Majestad para divertir por estas partes las fuerçás del enemigo que tan pujante estaba sobre Badajoz (5), y propuso lo que mas convenía obrar en prosecución desto, con lo cual el día treze se acuarteló nuestro exercito un cuarto de legua del fuerte del Rebelde, que estaba en oposición del de San Luis Gonçaga, y en este día se trabó una escaramuza con unas tropas de caballos del enemigo que salieron a forrajear.

En esto y en los días antecedentes que les tomamos tres de sus atalaias perdieron los contrarios cien hombres, y nosotros veinte; y entre ellos a Don Diego Suarez de Deza Falcon, señor de la Casa de Castrelos, caballero de mucho valor y de gran estimación en el país y a dos capitanes de infantería.

 El martes 17, en la falda de una montaña, media legua de nuestros reales, se descubrió el enemigo que salía de los suyos con toda su caballería e infantería; esta contaba de 5.500 hombres divididos en tres tercios de paga y otros cuatro de ordenanzas; y la caballería de 500 caballos repartidos en once tropas, con los cuales se emboscó abaxo de la torre de Nogueira. Eran los generales de esta gente, de la infantería el conde de Castel Melhor, y el de la caballería el Vizconde de Lima.

Sabido en nuestro campo, salió el Marqués de Penalba con ocho batallones de caballos, en que iban las compañias del Teniente General don Francisco de la Cueva, la del Comisario General don Francisco de Taboada, la de la Guarda del General, la de Don Alvaro de Anaia, la de Don Francisco marcos de Velasco, la de Don Antonio de Moscoso, la de Don Andrés de Robles, la de don Pero Niño, y otras ocho mangas de infantería que sacó el Maestre de Campo General don Baltasar de Rojas y Pantoja; el cual reconoció el terreno donde se hallaba el enemigo y que era ventajoso, y dio orden a don Francisco Bujo, Teniente de Mestre de Campo General para que cubriese  un troço de caballería en que venía el Marqués de Penalba, y que por el otro costado el Teniente General don Francisco de la Cueva fuese cn algunas tropas, y el  Marqués de Viana iba en el cuerpo de la batalla, y de esta suerte marcharon todos a atacar al enemigo por la parte de Villanueva (Vilanova de Cerveira) y por la de Valencia (Valença do Minho) marchó el Maestre de Campo General con cien caballos que conducía el Comisario General don Christobal Zorrilla, acompañado de Don Pedro López de Lemos, conde de Amarante (6) y del capitan Don Francisco Pereira (7), y otros mil infantes de los tercios de los maestres de campo Don Gabriel Sarmiento de Quirós, de la Orden de Calatrava y señor de Mos, y don Luis Perez de Vivero, hermano  del conde de Fuensaldaña, Gobernador de la plaça de armas de Monterrey: y siguiendo la marcha se dio orden a Don Francisco Buzo, Teniente de Mestre de campo General, que con 400 mosqueteros se adelantase a trabar escaramuza con el enemigo, llevandola con buena disposición al abrigo de la caballería, y estando  escaramuzando, se reconoció que el Portugués daba muestras de retirarse con el grueso de su exercito, lo cual obligó al Marqués de Penalba a que con su caballería, y don Pedro de Aldao; Teniente de maestre de campo general, con la infantería saliesen a un repecho por la parte de Villanueva (Vilanova de Cerveira)  y descubriendo por allí el exercito contraio escuadronado, le embistieron valerosamente a cuerpo descubierto, y le rompieron, desalojandole de los puestos que había ocupado su caballería, y la infantería ,viendose perdida, huyó a tropas desatinadamente (fugiu descontroladamente) a donde fueron degollados por nuestra gente.

 Duró esta refriega (briga) desde las tres de la tarde hasta entrada la noche. Murieron de nuestra parte 18 personas y entre ellas un sobrino del comisario general de la caballería y el capitán don Juan Ozores de la milicia de Salvaterra, y salieron heridos 63, entre ellos los capitanes de caballos don Alvaro de Anaia, el Comisario General don Juan de Tabeada y los capitanes don Andres de Robles, don Antonio de Moscoso, don Pedro Niño y el teniente general de la caballería don Tomás Ruiz, y resultaron muertos y heridos 40 caballos.

De los enemigos murieron 250, heridos 380 y prisioneros 260 en que se cuentan 28 oficiales, 5 sargentos, dos estudiantes, 22 aventureros, 30 fidalgos, un sargento maior, 8 capitanes de infantería y el Conde de Vimieira.

 Nuestros soldados de los despojos (restos) se fardaron (ostentavan) hallandose muchas ungarinas (roupas religiosas), con hábitos de las Ordenes militares de aquel Reino, de que usaron los nuestros mas por trofeo que por abrigo: con que se dexa entender el daño que se hizo en su mejor gente.

 El miércoles 18 del mismo mes ocuparon los nuestros la Torre de Nogueira, patrimonio del rebelde Duque de Bergança, y los dos días siguientes otras cuatro atalaias. El día 21 a cosa de las nueve de la noche vino un ayudante de caballería del enemigo rendido a nuestro exercito, diciendo como el enemigo desamparaba su real (campamento), con que se tomó resolución de ir en su seguimiento; era de noche muy oscura, que nos impidió mucho  y facilitó su huida, y a poco rato de lo que nuestro exercito había andado, se vió habían puesto fuego a sus cuarteles, con que no se logró el alcance, sólo unas tropas nuestras les quitaron una pieza de campaña de seis libras de bala. Hizo noche en su mismo campamento  nuestra gente y conociese el grande desmayo en el que estaban, puesto que dexaban de pelear una fuerça como aquella.

 Fueron grandes las correrías que nuestros soldados hicieron la tierra adentro, puesto que ya no tenían quien se lo impidiese, y llegaron hasta las Cobas de Ponte de Lima. Traxeron gran cantidad de palas, zapas, azadones, picos, balas, cuerda, barriles de polvora, bizcocho, vino centeno y millo, y en llegando dirigiose nuestra marcha a Lapela.

 Viernes 27 se acabó de fijar el puente que contaba de 39 barcas, por ella se condujeron desde Tui los viveres y municiones a nuestro exercito el cual marcho el día siguiente por el pie del monte del Faro a vista de la ciudad de Valencia (Valença do Minho), talando las viñas de aquellos valles que son muchas y buenas. Domingo tomamos el monasterio de Ganfei. Lunes 30 se tomaron los puestos para sitiar la plaza de Lapela, aunque pequeña muy fuerte, distante una legua de las plazas de Monçon (Mónaco) y Salvaterra (8) aguas abaxo.

 Martes 1 de Octubre se plantaron dos baterias de cinco medios cañones de a 25 libras de bala cada uno, y este día se asaltó y ganó un arrabal en menos de una hora. Los vecinos se retiraron a la fortaleza que se defendía valerosamente de las invasiones de nuestra gente, y prosiguiendo las baterias se reconoció que las balas que se le tiraban que habían sido 600, no habían efecto en ella, por ser una torre en cuadrado muy fuerte, capaz de 300 hombres, ceñida alrededor de dos murallas fortísimas y altas, y en la de afuera tenían una plataforma con cuatro medios cañones con su foso y contrafoso.

 Viernes, día de San Francisco, estando para dar fuego a dos hornillos en las esquinas de la torre, y avisados del estado en que se hallaban, hicieron llamada a 6 de octubre y pidieron suspensión de armas por cinco días para capitular. Se les intimó que de no rendirse a merced aquel mismo día no tenían que tratar otro género de capitulaciones. Tuvieron que admitir lo que se les concedía y para conseguirlo bajo del castillo Francisco Lobato, gobernador de la plaça, y Francisco Pereira de la orden de Avis, los cuales de rodillas (de joelhos) entregaron las llaves a nuestro General del Marques de Viana que las tomó y en nombre de su Majestad les concedió que saliese rendido el presidio, salvas las vidas pero sin armas, bagage ni ropa alguna; y así el mismo día por la tarde salieron desta plaça 211 infantes en cuerpo con sus monteras, calçon y ropilla, llevando todos unas baquetillas blancas en las manos, tres clérigos y el Gobernador don Francisco Lobato, el Pagador del exercito, doze personas y entrellos siete hidalgos, uno de la orden de Avis y seis de la de Christus, también 32 mujeres, niños, viejos y gente ordinaria, también 14 mujeres principales.

Los soldados fueron llevados al Reino de Galicia donde quedaron prisioneros repartidos por las ciudades, la demás gente se remitió a Portugal.

Hallaronse dentro de la plaza de Lapela cuatro pieças de artillería, municiones, viveres y armas de todos generos, monedas de oro y plata, joyas, 800 cabeças de ganado, 500 de vacuno y los demás carneros y ganado de cerda (porcos), cuya preza se ha reputado por valor de 500 ducados.

Perdieron los enemigos en estos combates 150 hombres, de nuestra parte en los avances murieron Fernando de Novoa, sargento maior, un capitan y 60 soldados muertos y heridos. Saquearonse y se dieron al fuero las quintas y caserios de aquel territorio y nuestra caballería corrió la campaña hasta las murallas de la villa de Ponte de Lima y san Juan de Longovares.

 NOTAS:

(1) Ainda conservanse hoxe en día as ruinas deste castelo de San Luis Gonzaga consideradas en Portugal ben de interese cultural.

(2) Don Rodrigo Pimentel era Marques da vila galega de Viana do Bolo e a sua familia era de orixe portuguesa, pasados a Castela depois da batalha de Aljubarrota.

(3) Os milicianos eran tropas populares de leva forzosa e saindo do seu pais de pouco valor militar.

 (4) Son soldados sapadores granadeiros que fan obras de asalto ou defesa.

 (5) Lembremos que nestes momentos estaba vivo o asedio de Badajoz polas forzas portuguesas de Mendes de Vasconcelos, era preciso aliviar a presión abrindo outros frentes.

 (6)  Este don Pedro Lopes de Lemos, conde de Amarante, era irmao do Tenente Xeral don Xoan Lopez de Lemos, morto no combate de cavaleria de Arronches en 1653 e de quen herdou o título condal.  

 (7) Lembrese que os apelidos galegos e portugueses son muito semellantes e neste caso don Francisco Pereira era galego.

 (8) Salvaterra do Miño e unha localidade galega que estaba en poder de Portugal desde o 15 de agosto de 1643 debido a traizón (traiçao)  do seu gobernador don Gregorio Lopes de Puja que sendo portugués de orixe habia recibido este posto de mans do conde de Salvaterra García Sarmento de Soutomaior, ausente na América neses momentos. Ainda foron abertas as portas ao conde de Castel Melhor houbo forte resistencia por parte dos naturais da vila ate que foron vencidos. Bautizada como Salvaterra de Portugal estivo en poder de Portugal ate 17 xaneiro de 1659 cando foi reconquistada.

Imagem: Cavalaria. Pormenor de um quadro a óleo das décadas de 30-40 do século XVII.

O combate do forte de São Luís (Minho, 8 de Fevereiro de 1664)

Legerplaats, Johannes Lingelbach, circa 1650-1674

Em 19 de Fevereiro de 1664 o Conselho de Guerra tomou conhecimento de um combate travado na fronteira de Entre-Douro-e-Minho, através de uma carta que o respectivo governador das armas, D. Francisco de Sousa, 2º Conde do Prado, remeteu ao dito Conselho, para que chegasse às mãos de D. Afonso VI. Trata-se de mais uma escaramuça, das muitas que caracterizaram a longa e desgastante guerra nas fronteiras, que aqui fica narrada, através da transcrição para português corrente da carta do governador das armas, datada de 10 de Fevereiro:

Por Manuel de Barbeita, governador da praça de Vila Nova, tive notícia de que a cavalaria que o inimigo tem no forte de São Luís se alargava a forragear mais do ordinário, por ser menos precatado o novo governador daquela praça, Dom João Taboada, que o seu antecessor que ali morreu há poucos dias. Pareceu-me não perder ocasião, assim como a dispus se executou e se logrou com boníssimo sucesso. Na noite de quinta-feira, sete deste mês, mandei emboscar o capitão de cavalos António Gomes de Abreu com os batalhões [unidades tácticas de cavalaria] que governava em Coura, por impedimento do tenente-general João da Cunha Sottomayor, que tive até agora naquela parte, a respeito de recear alguma correria do inimigo. Chegou o capitão António Gomes ao lugar ordenado, separou duas partidas que por diferentes partes haviam de correr as portas de São Luís para cortarem tudo o que houvesse saído à campanha. Por cabos destes partidos foram os tenentes Francisco de Abreu e Manuel Viegas, dando escolta a estas partidas dois batalhões com os capitães Manuel Pereira de Lacerda e Nicolau Ribeiro Priado. Pela parte de Vila Nova mandei chegar àquela parte a Manuel de Barbeita com trezentos mosqueteiros para dar calor à facção, quando as nossas tropas necessitassem de socorro da infantaria. Assim estiveram uns e outros guardando pontualmente a ordem que lhe[s] dei, até quase uma hora depois de meio-dia de sexta-feira, que foi a em que se deu o sinal e saíram as partidas, e as tropas que as seguiam e António Gomes de Abreu com a reserva do que ficava se foi chegando a lugar conveniente. As partidas e as tropas procederam com tanta bizarria, que por uma e outra parte cortaram por junto as portas de São Luís e vieram varrendo com a espada na mão tudo o que havia saído. Degolaram quantidade de valões e galegos considerável, tomaram-se cinquenta cavalos, quarenta e tantos confessam os interessados, cinquenta me diz uma guia que mandei com eles, trouxeram quinze prisioneiros valões, uma e outra gente toda bem luzida, os soldados de cavalo se aproveitaram de muitos e bons coletes e vestidos. Da praça de São Luís se disparou contra a nossa cavalaria muita artilharia e mosquetaria, porém foi Deus servido que não houve bala que tocasse a homem nem cavalo nosso. Querem alguns que se havia de esperar mais para que saísse mais cavalaria, porém António Gomes fez o que convinha em não esperar mais que até aquela hora, porque na parte aonde estava emboscado foi muito não ser descoberto de Galiza. Seja Vossa Majestade servido mandar agradecer a António Gomes de Abreu, cabo da facção, o bem que procedeu, e a Manuel de Barbeita do mesmo modo que foi quem ma enunciou e foi ajudar nela, e aos capitães Manuel Pereira de Lacerda e Manuel Ribeiro Priado, e aos tenentes Francisco de Abreu e Manuel Viegas, que todos procederam com grande valor e acerto.

Quis averiguar o número dos mortos, não o pude conseguir, porque na parte aonde foram degolados há uns giestais muito espessos, porém todos concordam muitos, e estrangeiros mais que galegos, que com pouca advertência costumavam sair agora por aqueles campos como se foram de Galiza. Guarde Deus a Real Pessoa de Vossa Majestade como havemos mister. Viana, 10 de Fevereiro de 1664.

Os três cabos maiores da cavalaria se não acharam nesta ocasião porque o general dela, Pedro César de Meneses, tinha passado à província de Trás-os-Montes, e o tenente-general Manuel da Costa Pessoa se achava indisposto em Ponte de Lima, e o tenente-general João da Cunha Sottomayor havia acudido a sua casa com ocasião da morte de sua mulher.

Fonte: ANTT, Conselho de Guerra, Consultas, 1664, mç. 24, consulta de 19 de Fevereiro de 1664.

Imagem: Soldados em acampamento, óleo de Joannes Lingelbach (1622-1674).

Uma altercação entre militares e eclesiásticos em São João da Foz (1645)

O forte de São João Baptista da Foz do Douro, cuja construção foi iniciada em 1571, durante o reinado de D. Sebastião, estava necessitado de obras de remodelação quando começou a Guerra da Restauração. O francês engenheiro-mor do reino Charles Lassart elaborou o traçado dos melhoramentos e ampliação do forte em 1642, tendo as obras ficado a cargo do engenheiro João Torriano. Contudo, os trabalhos foram sendo atrasados devido a problemas surgidos com a Câmara do Porto. Um dos muitos e frequentes episódios de conflito entre os poderes locais e as autoridades militares.

Em 1645, quando ocorreu o acontecimento narrado numa consulta do Conselho de Guerra e que vai ser aqui transcrito, as obras ainda não tinham começado. O choque entre o governador do forte e as autoridades eclesiásticas teve por causa próxima um incidente de costumes, mas não terá sido alheia a difícil relação entre civis e militares por motivos que transcendiam o que aqui vai ser apresentado. No entanto, todo o sucedido é demonstrativo de quanto o que hoje consideramos ser a esfera da vida privada estava sujeito ao escrutínio do público, ao nível da moral e dos costumes.

O cabido da Sé da cidade do Porto deu conta a Vossa Majestade dos excessos que diz haverem cometido Luís Pinto de Matos, capitão do castelo do lugar de São João da Foz, e seu filho e um sobrinho, de que indo os oficiais da justiça eclesiástica àquele lugar para notificar a uma mulher com que este capitão está publicamente amancebado, que aparecesse ante o vigário geral para ser admoestada na forma do Sagrado Concílio Tridentino, o dito capitão com seu filho e um sobrinho, e soldados do castelo, saíram aos oficiais e os espancaram, afrontaram e trataram muito mal, e que Vossa Majestade informado do caso, mandara a alguns ministros da Relação fizessem certa diligência e a remetessem a este Conselho. E por o capitão ser poderoso, se não fez obra no negócio, de que resultou fazerem a Vossa Majestade nova lembrança com a cópia dos autos que se fizeram dos ditos excessos para Vossa Majestade os mandar ver, e mandar acudir ao serviço de Deus com o castigo que merecem, pois os ministros eclesiásticos o não podem fazer, dizendo mais que este capitão tem a ocasião das portas dentro, e neste estado quer que o pároco o desobrigue da obrigação da Igreja, e lhe administre os sacramentos da confissão e sagrada comunhão.

Para se tomar resolução neste negócio, mandou Vossa Majestade por carta assinada de sua real mão ao chanceler da Relação do Porto, informasse do que passava neste caso, e ele o fez no papel incluso, no qual diz que viu os autos que o vigário geral e o cabido da Sé do Porto remeteu a Vossa Majestade com a queixa que faz do capitão Luís Pinto de Matos e de seu filho e de um parente seu, informando-se da verdade do caso achou o seguinte: Que o vigário geral compreendeu na visitação ao dito Luís Pinto por andar amancebado com uma moça solteira, e à mãe por consentidora, e conforme a isto quis proceder contra eles, e mandou ao lugar de São João da Foz a Jacinto de Almeida, escrivão seu, e a um meirinho eclesiástico, para as notificarem viessem por ante ele, e como foi o escrivão e o meirinho, entenderam estas mulheres as queriam prender, pelo que valendo-se do filho do capitão, foi ele com um parente seu e outro soldado à casa onde estavam pousados, sem outras armas mais que as ordinárias, e chamando o dito escrivão, saiu ele a falar-lhe e se descompuseram, de maneira que o filho do capitão levou da espada, e ele lhe foi fugindo, e lhe deu algumas espadeiradas de maneira que caiu, e lhe deram duas feridinhas, uma na cabeça e outra numa mão, de pouca consideração; e dando-se recado ao capitão que o filho brigava, porque até então não tinha sabido nada, acudiu com alguns soldados, e chegando à parte onde estavam os companheiros do escrivão, porque tudo já estava quieto por acudir gente, e juntamente o vigário da igreja, religioso de São Bento, e começou o dito Luís Pinto a descompor-se em palavras contra os que vinham fazer as ditas diligências, dizendo que eram atrevidos em virem àquele lugar fazerem diligências que lhe tocavam a sua honra sem a sua licença, com outras iguais a estas, de maneira que os oficiais se foram sem fazer a diligência; e isto era em suma o que se passou neste caso.

E que este capitão não tem ali sua mulher, e a tem nesta cidade de Lisboa. E tinha aquela mulher que se chama Maria Tavira em sua casa, e com ela diziam estava amancebado, e o consentia a mãe Isabel Fernandes, e posto que alguns dias depois que sucedeu o caso a lançou fora, agora lhe disseram que a tornara a recolher; e assim parece a ele, chanceler, que posto que nos soldados não é muito estranhar terem por amigas mulheres solteiras, contudo o excesso do filho do capitão foi grande, e não lhe consta que o pai soubesse do que o filho tinha feito quando acudiu, mas era obrigação sua recolhê-lo e estranhar-lhe o que havia feito, e não se descompor com palavras escandalosas contra os oficiais eclesiásticos. Pelo que lhe pareceu que Vossa Majestadedeve mandar que o filho do capitão não vença soldo pelo tempo que parecer a Vossa Majestade, e que o capitão mande ir perante o governador das armas Fernão Teles de Meneses, e asperamente o repreenda do excesso que fez, fazendo-lhe fazer termo com cominação que acontecendo outra o castigará Vossa Majestade com o rigor que for servido. E a moça Maria Tavira e a mãe que dizem que consente, sejam degredadas do lugar de São João da Foz dez léguas, para que assim se evite e se atalhe este pecado.

O Conselho, conformando-se com o Doutor Lourenço Coelho Leitão, é de parecer que Vossa Majestade mande que na mesma conformidade se proceda, e que o filho de Luís Pinto de Matos, por castigo da culpa que cometeu, não vença soldo por tempo de quatro meses; e porquanto o que resulta contra Isabel Fernandes em ser encobridora do amancebamento da filha toca à Relação do Porto, se deve advertir ao governador Fernão Teles de Meneses que por aquela via se proceda contra ela, e seja castigada como for justiça. Lisboa a 7 de Julho de 1645.

A resposta de D. João IV foi a seguinte:

Como parece ao chanceler, e o soldo que não há-de vencer o filho do capitão seja por quatro meses. Rei. 11 de Julho de 645. E a Luís Pinto obrigue o Conselho a que tenha sua mulher consigo.

O capitão viria a ser afastado do cargo em 1646, e só nesse ano se iniciariam as obras de ampliação e melhoramento da fortificação.

Fonte: ANTT, Conselho de Guerra, Consultas, 1645, mç. 5, consulta de 7 de Julho de 1645.

Imagem: “O trombeta, o oficial e a moça”, óleo de Gerard Terborch (1653).

Os capitães-mores nas fronteiras de guerra em 1645 – parte 2, províncias da Beira, Trás-os-Montes e Entre-Douro-e-Minho

Concluindo as listas dos capitães-mores e respectivos soldos (ou ausência deles), remetidas ao Conselho de Guerra em 1645, são agora apresentadas as respeitantes às províncias da Beira, Trás-os-Montes e Entre-Douro-e-Minho. A importância relativa de cada uma destas fronteiras de guerra pode ser observada através das listas: enquanto o Alentejo, cuja lista foi apresentada na primeira parte desta mini-série, incluía o mais extenso rol de capitães-mores remunerados, nas outras províncias os soldos eram desconhecidos ou não eram sequer auferidos pelos titulares dos cargos. Mais uma vez se recorda aqui que o capitão-mor era um cargo que podia ser desempenhado por alguém com uma patente militar já atribuída, conforme se pode ver nos quadros inclusos (basta clicar com o rato em cada uma das ligações para aceder ao respectivo ficheiro PDF).

CM Província da Beira 1645

CM Província de Trás os Montes 1645

CM Província de Entre Douro e Minho 1645

Fonte: ANTT, Conselho de Guerra, Consultas, 1645, maço 5, Rellação das praças da Raya, das Prouincias de Alentejo. Beira. Tras os Montes. Entre Douro e Mynho, e do Reyno do Algarue, e nomes dos Capitães mores dellas, e os que uencem soldo e uencem a sua custa, proveniente da Contadoria Geral.

Imagem: “Soldados jogando cartas”, pintura de Simon Kick; fonte: http://www.wikigallery.org/wiki/painting_203085/Simon-Kick/Soldiers-at-Cards.

A fortaleza de Vila do Conde em 1659

Em 1659, a Rainha regente D. Luísa ordenou ao Visconde de Vila Nova de Cerveira que informasse o Conselho de Guerra acerca da situação da praça de Vila do Conde e do que seria necessário fazer para que esta ficasse com toda a segurança. Em carta de 10 de Junho de 1659, o Visconde deu conta do estado em que se encontrava a praça, que era da jurisdição da Casa de Bragança e tida como muito importante para a conservação da província de Entre Douro e Minho. Numa relação anexa, que aqui se transcreve para português corrente, surgem todos os detalhes sobre a fortaleza.

Lista da gente, armas e munições que de presente tem a Praça de Vila do Conde

Por Governador Manuel Gaio.

Tenente João Gomes de Faria.

Sargento Francisco Mendes.

Cabo Domingos Rodrigues.

Condestável Francisco Fernandes.

Tambor Domingos de Lima.

Domingos Fernandes Barcelos [sem qualquer designação de posto, é provável que se tratasse do único artilheiro da praça para além do condestável].

Artilharia de ferro

No baluarte S. Boaventura, três peças de 4 até 5 libras.

No de São João 3 peças, uma de 16 libras, partida, outra de 10, outra de 4.

No de Nossa Srª da Guia duas peças de cinco libras.

Baluartes do Salvador e S. Catarina estão por acabar, e não têm artilharia.

A plataforma duas peças de 4 libras.

Destas só duas laboram por falta de carretas.

Armas e munições

Doze mosquetes.

Dois quintais de pólvora.

Quatro quintais de corda.

Cem balas de calibre de artilharia.

Um quintal de pelouros de arcabuz.

Uma barra de chumbo.

Obras

A abóbada do baluarte S. Boaventura, onde está o armazém das munições, está arruinado. Os alojamentos, o mesmo. As guaritas descobertas; o fosso entupido; a contra-escarpa desfeita. A porta principal tapada de pedra. Serve-se o castelo pela Porta do Mar, que não tem fechadura por estar gastada.

Fonte: ANTT, Conselho de Guerra, Consultas, 1659, maço 19, “Lista da gente, Armas e monições que de prezente tem a Praça de Villa do Conde”, anexa à consulta de 23 de Junho de 1659.

Imagem: Vista parcial da fortaleza de Vila do Conde, na actualidade. Fotografia retirada deste blog.

“Os terços de Entre-Douro-e-Minho nas guerras da Aclamação – esboço de História Orgânica”; estudo de Gastão de Melo de Matos (1940)

O estudo de Gastão de Melo de Matos Os terços de Entre-Douro-e-Minho nas guerras da Aclamação – esboço de História Orgânica (separata da Revista de Guimarães, Porto, Sociedade Martins Sarmento, 1940) continua a ter interesse, apesar de algo datada. Fica aqui disponível na edição facsimile online da Casa de Sarmento.

Filme: Dramatização da batalha de Naseby (1645, Guerra Civil Inglesa) para a série Battlefield Britain, apresentada por Peter e Dan Snow  (BBC, 2004). Serve para ilustra as manobras e o tipo de combate que os terços da Guerra da Restauração efectuavam.

Necessidades de material de guerra na província de Entre-Douro-e-Minho, 1657

O 2º Conde de Castelo Melhor, governador das armas da província de Entre-Douro-e-Minho, expôs em duas cartas enviadas ao Conselho de Guerra, em 13 de Agosto e 24 de Setembro de 1657, as necessidades que o seu exército tinha para poder encetar uma campanha ofensiva na Galiza durante o Inverno de 1657-58. Fez acompanhar uma delas da lista exaustiva do material indispensável, que intitulou “Ramo das Couzas e aprestos do Trem da Artilheria que hé nesessario pêra Hum exercito de oito mil Infantes, noueçentos Cauallos, & dous mil gastadores, Campearem dous mezes, em tempo de Inuerno, e fazer acometimento de Praça“.

Contudo, os conselheiros não se mostraram muito entusiastas na apreciação do pedido. Somente em Janeiro de 1658 apreciaram as cartas e a relação do material, e solicitaram à Rainha Regente que ouvisse de novo o Conde sobre as necessidades de defesa da província. Foi dada prioridade às tarefas defensivas: os quatro conselheiros (Pedro César de Meneses, o Conde do Prado, Salvador Correia de Sá e Rui de Moura Teles) reconheciam o valor e a experiência de Castelo Melhor na defesa e conservação de Entre-Douro-e-Minho, mas só Pedro César de Meneses referiu a possibilidade de conduzir uma guerra ofensiva na Galiza. Havia, sobretudo, que não descurar o Alentejo e a Corte (ou seja, a capital do Reino) ao enviar reforços para a província setentrional. A Rainha, em decreto de 5 de Fevereiro de 1658, mandou que se aplicasse o parecer de Moura Teles, que era conforme ao da maioria dos conselheiros.

Sem pretender transcrever exaustivamente a lista, apresenta-se aqui algum do material de guerra nela referido, pois ajuda-nos a ter uma percepção mais concreta do equipamento do exército português do período. Deste modo, o governador das armas solicitava o seguinte:

Artilharia

– 4 meios-canhões de 24 libras de bala.

– 2 quartos-de-canhão, ou meias-colubrinas, de 12 libras de bala.

– 4 bastardas ou peças de campanha de 8 libras.

Todas as peças deviam estar aparelhadas de todo o material necessário, incluindo sobresselentes. E recomendava o Conde: Estas dez peças acima hão-de ser de cano seguido, e de metal de toda a conta.

Munições para a artilharia e armas de fogo individuais

– Para as peças de 24 libras: 192 quintais de pólvora e 1.536 balas. (Um quintal equivalia a 4 arrobas, ou seja, um total aproximado de 45 quilos)

– Para as peças de 12 libras: 77 quintais de pólvora e 1.152 balas.

– Para as peças de 8 libras: 135 quintais de pólvora e 3.840 balas.

– Para se encherem 300 bombas de morteiro e para se encherem 1.000 granadas de mão: 25 quintais de pólvora.

– Para 5.000 armas de fogo necessárias para equipar 8.000 infantes: 300 quintais de pólvora.

– Para as 5.000 armas de fogo: 400 cunhetes de balas de chumbo de mosquetes biscaínhos e holandeses.

– Para as mesmas armas de fogo e para a artilharia: 250 quintais de morrão.

– Para os 900 soldados de cavalos propostos: 8 quintais de pólvora fina.

– Para a cavalaria: 10 cunhetes de bala miúda para pistola.

São ao todo 737 quintais de pólvora, 410 cunhetes de balas, 250 quintais de morrão, 6.528 balas de artilharia.

Armas e equipamento para a infantaria e cavalaria

– Armas de sobresselente para a infantaria e a cavalaria: 800, entre mosquetes e arcabuzes biscaínhos e holandeses, com suas forquilhas e frascos.

– 1.200 piques.

– 100 pares de pistolas com suas bolsas.

– 50 carabinas com suas bandolas.

– 50 selas e freios para cavalos.

– 2.000 pederneiras (para as pistolas da cavalaria).

– 200 pares de esporas.

– 50 corpos de armas com murriões (ou seja, peito, espaldar e capacete, equipamento defensivo para os cavaleiros).

– 50 alabardas (para os sargentos).

– 50 rodelas de ferro e outras tantas espadas largas cortadeiras (para os capitães das companhias de infantaria, ou para os voluntários em operações especiais).

– 60 borrachas grandes para levar, cada uma delas, uma arroba de pólvora (uma arroba: cerca de 11 quilos).

– 4.000 estribos pequenos para a cavalaria.

– 4.000 ferraduras de cavalos.

– 20.000 cravos para as ferraduras.

Fonte:  ANTT, Conselho de Guerra, Consultas, 1658, mç. 18, consulta de 31 de Janeiro de 1658.

Imagem: Granada de mão (século XVII). Utilizada no combate próximo de infantaria, principalmente no assalto a fortificações ou em zonas urbanas. Foto de Jorge P. Freitas.

Domingos da Ponte, o Galego

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Este oficial de origem galega (cujo nome aparece grafado, muitas vezes, apenas como Domigos da Ponte Galego) serviu nos exércitos da monarquia dual e do Sacro Império Romano-Germânico antes de passar a Portugal em 1641, como súbdito de D. João IV. Na sua carta patente de general da artilharia ad honorem, passada em 21 de Maio de 1663, pode ler-se que era fidalgo da Casa de Bragança, que contava então 22 anos de serviço militar contínuo em prol da Coroa Portuguesa e que participara em acções na Alemanha (antes da Aclamação de D. João IV), no Alentejo e em Trás-os-Montes com o posto de ajudante de cavalaria, capitão e comissário geral. A carta patente fazia saber que Domingos da Ponte era então tenente-general da cavalaria, posto que ocupava desde 1656, e que deveria manter esse posto e a respectiva remuneração (a patente de general de artilharia ad honorem, como indica o termo latino, era uma mera distinção honorífica). Domingos da Ponte governou algumas vezes interinamente as armas de Trás-os-Montes e Entre-Douro-e-Minho, bem como o exército de socorro de Trás-os-Montes à província da Beira, tendo recebido feridas e sido feito prisioneiro em serviço de El-Rei. Quando terminou a Guerra da Restauração, Domingos da Ponte era ainda tenente-general da cavalaria em Trás-os-Montes e general da artilharia ad honorem.

Fonte: ANTT, Conselho de Guerra, Secretaria de Guerra, Lvº 27, fl. 72, carta patente de 21 de Maio de 1663.

Imagem: Cavalaria em acção. Reconstituição histórica do período da Guerra Civil Inglesa, “History Day”, Kelmarsh Hall, 2008.

Governadores das Armas – Portugal – Província de Entre-Douro-e-Minho

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1641 – D. Gastão Coutinho.

1641-1643 – Junta de três governadores: Manuel Telo, Diogo de Melo Pereira e Gustave Pierre Viole d’Athis (francês, mestre de campo).

1643-1645 – João de Vasconcelos e Sousa, 2º Conde de Castelo Melhor.

1645-1646 – Diogo de Melo Pereira (interino).

1646 – Francisco de França Barbosa (interino).

1646-1649 – João de Vasconcelos e Sousa, 2º Conde de Castelo Melhor.

1649-1650 – D. Francisco de Azevedo. (*)

1650-1655 – D. Diogo de Lima, Visconde de Vila Nova de Cerveira.

1655-1657 – D. Álvaro de Abranches da Câmara.

1657-1658 – D. Diogo de Lima, Visconde de Vila Nova de Cerveira (interino).

1658 – D. Nuno da Cunha de Ataíde, general da artilharia (interino).

1658-1660 – D. Diogo de Lima, Visconde de Vila Nova de Cerveira.

1660- após 1668 – D. Francisco de Sousa, 3º Conde do Prado e 1º Marquês das Minas.

(*) Sobrinho de D. João de Azevedo e Ataíde, que tem sido referido ao longo de vários artigos, como, por exemplo, a série respeitante à Atalaia da Terrinha.

Imagem: “Escaramuça de cavalaria”, Abraham Calraet, séc. XVII.

Rescaldo de uma operação militar – as baixas detalhadas de uma força de cavalaria no combate de 2 de Janeiro de 1664

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Não é muito frequente encontrar documentos que refiram as baixas detalhadas sofridas por uma força militar. Quando escrevo detalhadas, quero dizer: incluindo todos os pormenores, desde o nome de cada militar até ao número exacto de cavalos feridos e mortos. Habitualmente, as relações impressas limitavam-se a enumerar os mortos, feridos e capturados e a destacar os elementos mais importantes da hierarquia militar, membros da nobreza e outros oficiais que caíam em alguma daquelas circunstâncias. Era tudo o que o público curioso das novidades da guerra necessitava saber.

Por este motivo, o relatório que foi enviado ao Conselho de Guerra, em anexo a uma carta do Conde de São João da Pesqueira, governador das armas da província de Trás-os-Montes, é um documento pouco vulgar. Não que fosse necessariamente raro na época, pelo menos no seio de um exército provincial, a circulação de informação deste teor. Contudo, já não era tão frequente que transcendesse e esfera interna de uma província para subir até ao Conselho de Guerra – daí os poucos casos de sobrevivência de documentos com este grau de detalhe. No caso que irei apresentar, a lista de baixas terá servido de argumento para justificar o pedido urgente de reforços para a província de Trás-os-Montes, e por isso foi anexada à carta do governador das armas.

Na carta, o Conde de São João lamenta a falta de cavalaria na província de Trás-os-Montes, devido ao trabalho que tiveram na campanha do Minho e na ocasião do recontro da Beira; solicitava que fosse ordenado a Pedro César de Meneses, general da cavalaria de Entre-Douro-e-Minho, que levantasse gente para formar as tropas; solicitava o envio de dinheiro para que ele, Conde de São João, pudesse comprar 100 cavalos, ainda que em Aveiro ou Coimbra, sem embargo de estar proibido. E pedia, por fim, que o Rei o autorizasse a fazer recolher a a cavalaria de Trás-os-Montes aos seus quartéis (de Inverno).

Em anexo, envia a lista das baixas sofridas na ocasião do socorro à Beira, onde morreu o capitão de couraças João Correia Carneiro, que servia há 23 anos, no decurso dos quais foi ferido inúmeras vezes e mereceu contínuos louvores. Tinha recebido 60.000 réis de tença e o hábito de Cristo. Sobreviveram-lhe duas irmãs, sua mãe e seu pai, com poucos recursos financeiros, pelo que o Conde pedia que o Rei lhes fizesse ainda mais do que esta mercê, “porque com a honra que se faz aos mortos, se premeiam também os vivos” [excerto da carta do Conde de São João de 10 de Janeiro de 1664].

O Conselho de Guerra emitiu parecer favorável  a que se remetesse o máximo de dinheiro possível para que se refizesse a cavalaria, apontando apenas o reparo de se fazer a remonta em Aveiro e Coimbra, pois era de crer que esta mesma falta de cavalos se acharia para as tropas da província da Beira, e que a cavalaria se devia remediar com cavalos de ambas as províncias, Trás-os-Montes e Beira. Acrescentou o Conselho de Guerra que não se devia mandar recolher a cavalaria de Trás-os-Montes aos quartéis sem primeiro escutar os governadores das armas da Beira e de Entre-Douro-e-Minho.

O documento, vertido para português corrente, é apresentado aqui. No próximo artigo será contextualizado, isto é, será feita a descrição do combate onde foram sofridas as baixas que a relação pormenoriza.

Lista dos soldados que morreram em a ocasião de dois de Janeiro e dos feridos, cavalos mortos e cavalos feridos

4 soldados mortos da companhia do General da Artilharia [Domingos da Ponte, o Galego]: Luís Furtado, Francisco Correia, João Carvalho e João Esteves.

6 soldados feridos: os cabos de esquadra João Rodrigues, António Carneiro e Domingos Fernandes Serra, e os soldados Luís Machado, Manuel Ribeiro e António Vaz.

9 cavalos mortos e perdidos: os de João Rodrigues, João Carneiro, Luís Machado, Luís Furtado, Domingos Fernandes Arnelhe, Francisco Correia, João Esteves, António Vaz e Tomé Gonçalves.

2 cavalos feridos: os do tenente e de Domingos Fernandes Jorna.

8 soldados mortos da companhia de João Correia Carneiro: o capitão, Domingos Gonçalves Brilho, António Jorge, Domingos Fernandes, Fernão da Guerra, João Malheiro, Domingos João, Gabriel de Oliveira.

12 soldados feridos: Pedro Gonçalves Brandim, António Rodrigues da Rosa, Francisco Caramona, Marcos Rodrigues, João Carrilho, Domingos Pires Machado, Domingos de Melo, Inácio Caramona, Luís de Castro, João Baía, Augusto Mendes, Matias Rodrigues.

8 cavalos mortos: os de João Carrilho, João Malheiro, Domingos Fernandes, Matias Rodrigues, Pedro Gonçalves Brandim, Gabriel de Oliveira, Domingos João, Francisco Caramona.

6 cavalos feridos: os de António Moniz, Manuel Vaz, António Jorge, o do alferes, Baltasar Lopes, e o cavalo das marchas do capitão.

3 soldados mortos da companhia de João Cardoso Pissarro: Domingos Fernandes, o cabo de esquadra Sebastião Pereira, Amaro de Melo.

4 soldados feridos: o capitão vendado [é assim designado porque ficou cego em resultado dos ferimentos], Francisco Sarmento, Domingos Vaz, Domingos de Barros.

7 cavalos mortos: o do capitão vendado, o do cabo Sebastião Pereira, o de Amaro de Melo, Domingos Fernandes, Francisco Sarmento, Domingos Vaz, Gaspar Gonçalves.

3 cavalos feridos: os de Manuel de Almeida, Pedro Moreno e Francisco da Pasta.

6 soldados mortos da companhia de João Pinto Cardoso: Gonçalo Afonso, João Gonçalves, o ferrador, Domingos Fernandes, Francisco de Castro, João Alvarez.

10 soldados feridos: o cabo de esquadra António de Mesquita, Pascoal de Queiroga, Marcos Luís, Inácio de Gouveia, António de Mesquita Fonte Longa, Serafino de Castro, Luís de Sá, Belchior Gonçalves, o trombeta, e António Guedes (prisioneiro).

14 cavalos mortos: de António Guedes, Gonçalo Afonso, Domingos Fernandes, João Alvarez, Francisco de Castro, Gregório de Morais, João Moniz Roalde, Gaspar de Quiroga, Marcos Luís, João Gonçalves, Inácio de Gouveia, Gonçalo de Magalhães, Fernão Pereira, Serafino de Castro.

Esta companhia não tem cavalos feridos.

9 soldados mortos da companhia do capitão Baltasar Freire: Domingos Lopes, Baltasar Machado, o cabo de esquadra Manuel Carvalho, Pedro Francisco, Gonçalo Pereira, Filipe João, António Gonçalves Chaves, António Gonçalves Infante, Rui de Niza.

6 soldados feridos: António Moniz França, Gonçalo Lobo, Domingos Correia, Jerónimo da Mesquita, Bartolomeu Moreira, Santiago Ferreira.

11 cavalos mortos: de Domingos Lopes, Baltasar Machado, Manuel Carvalho, Pedro Lourenço, Filipe João, António Gonçalves Chaves, António Gonçalves Infante, António Moniz França, Domingos Correia, Bartolomeu Moreira, Gonçalo Pereira.

4 cavalos feridos: o de Rui de Niza, Francisco Rodrigues Tronco, Silvestre Teixeira, Santiago Ferreira.

4 soldados mortos da companhia de Fernão Pinto da Mesquita: o furriel Domingos Cabral, Luís do Rego, João da Costa, Duarte Ferreira.

7 soldados feridos: o alferes Arnelgito, António Navais, João Gomes, o tenente Manuel Pereira, António Pegãos, Pedro Gonçalves, João Godinho.

12 cavalos mortos: os do tenente, do alferes, do furriel, de João Cabral, Luís do Rego, Duarte Pereira, Francisco Alvarez, João da Costa, Filipe Gonçalves, Diogo Pimentel, Pedro Moniz, Manuel Navais.

3 cavalos feridos: o de António Borges, Diogo Gomes e Mateus Rodrigues.

Cavalos mortos: 61

Cavalos feridos: 18

Soldados mortos: 34

Soldados feridos: 45

Fonte: Lista dos Soldadoz q morrerão em a occazião de dous de janeiro e dos feridoz cauallos mortoz e Cauallos feridoz [lista enviada por Domingos da Ponte Galego, tenente-general da cavalaria e general da artilharia ad honorem], anexa à carta do Conde de São de João de 10 de Janeiro de 1664, por sua vez anexa à consulta de 20 de Janeiro; ANTT, CG, Consultas, maço 24, caixa 88.

Imagem: “Combate de cavalaria”, Sebastian Vrancx.

Uma família em armas – os César de Meneses

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A figura controversa de Sebastião César de Meneses é bem conhecida dos estudiosos do século XVII português. Doutor em Direito Canónico, ligado à Inquisição desde 1626 (será Inquisidor Geral em 1663), foi Conselheiro de Estado de Filipe IV e, após 1640, de D. João IV. O ziguezague político foi frequente na sua carreira: Bispo do Porto, de Coimbra e de Braga depois da Restauração, esteve preso entre 1654 e 1656, acusado de servir os interesses de Filipe IV. Reabilitado pela Rainha regente D. Luísa de Gusmão, virou-se contra ela mais tarde, em 1662, ao apoiar o golpe palaciano de D. Afonso VI e alinhar com a facção liderada pelo 3º Conde de Castelo Melhor. Acabou por cair em desgraça em 1663, quando o exército de D. Juan José de Áustria conquistou Évora, cidade onde residia e era Inquisidor Geral. Em 1669 perdeu todos os cargos eclesiásticos que detinha, morrendo três anos depois. A sua obra marcante foi o tratado de teoria política Summa Politica (1649-50).

Não é deste eminente clérigo e estadista que o presente artigo trata, apesar da introdução ter sido dedicada ao membro mais famoso de uma família que também se distinguiu no campo das armas. Os irmãos e sobrinhos de Sebastião César de Menezes serviram com distinção durante a Guerra da Restauração, tendo alguns deles chegado a atingir postos e cargos de importância. Aliás, o progenitor, Vasco Fernandes César, fora capitão de cavalos na Flandres, “com muito boa opinião“, segundo o Conde de Ericeira (História de Portugal Restaurado, Porto, Civilização, 1945, vol. I, pg. 331).

Luís César de Meneses, irmão de Sebastião César e de Pedro César, era o mais velho dos três. Sucedeu a seu pai e foi alcaide-mor de Alenquer, comendador de Lomar e de Rio Frio, e titular do ofício de Provedor dos Armazéns e Armadas, o qual trocou pelo de Alferes Mor do Reino no reinado de D. Afonso VI (um cargo honorífico, que lhe garantia uma renda anual mais elevada que o anterior). Casou com D. Vicência Henriques, filha do Monteiro Mor e Conselheiro de Estado Manuel de Melo, da qual teve Vasco Fernandes César, Pedro César de Meneses e D. Guiomar Henriques. Faleceu em 1666.

Pedro César de Meneses (pai) era irmão de Luís César e de Sebastião César. Capitão-general de Angola em 1639, foi membro do Conselho de Guerra durante a Guerra da Restauração. Recebeu em 1659 a comenda de S. Salvador de Minhotães. Casou com a sobrinha, D. Guiomar Henriques, filha do seu irmão Luís César. Quando ainda servia nas fileiras do exército da monarquia dual, teve em Castela um filho bastardo, ao qual também chamou Pedro César (veja-se a última entrada deste artigo). Faleceu em 1666.

Vasco Fernandes César, filho primogénito de Luís César, serviu no exército do Alentejo. Morreu em 1659, na sequência de ferimentos recebidos durante o cerco de Badajoz, no ano anterior.

Pedro César de Meneses, outro filho de Luís César, sucedeu a seu pai na casa familiar. Durante a Guerra da Restauração, ocupou vários postos no exército do Alentejo. Serviu como general da cavalaria nos exércitos das províncias de Entre-Douro-e-Minho e de Trás-os-Montes. Após a guerra, foi nomeado governador e capitão-general de Angola, mas não chegou a ocupar o cargo, pois morreu num naufrágio a 40 léguas da costa angolana. Nunca casou, mas teve vários filhos ilegítimos: de Catarina de Jour, filha de um mercador francês, teve três filhos, e de uma mulher do Minho, duas filhas. À excepção do filho mais velho, que morreu ainda criança, todos seguiram a vida monástica.

Pedro César de Meneses, filho ilegítimo de Pedro César, nascido em Castela, foi capitão de cavalos, comissário geral da cavalaria e mestre de campo de um terço de infantaria no exército do Alentejo. Após a Guerra da Restauração, foi nomeado governador e capitão-general do Maranhão. Morreu solteiro, no Brasil.

Bibliografia:

ALBUQUERQUE, Martim de, “Para uma Teoria Política do Barroco em Portugal. A Summa Politica de Sebastião César de Meneses (1649-1650)”, in Estudos de Cultura Portuguesa, 2º vol., Lisboa, Imprensa Nacional Casa da Moeda, 2000, pgs. 355-442.

SOUSA, D. António Caetano de, História Genealógica da Casa Real Portuguesa, Tomo V, Coimbra, Atlântida Livraria Editora, 1948, p. 174-176.

Imagem: Combate entre infantaria e cavalaria. Reconstituição histórica, período da Guerra Civil Inglesa, Kelmarsh Hall, 2008.

O destino dos inválidos

O militar que recebia um ferimento grave e ficava impossibilitado exercer qualquer ofício podia passar o resto da vida na maior das misérias. A invalidez era, na maior parte dos casos, causada pela amputação de um membro ou, pior ainda, pela cegueira ou por uma incapacidade motriz mais extensa. Sem qualquer tipo de assistência, restava aos militares inválidos a atribuição de uma mercê régia que minorasse financeiramente, por pouco que fosse, a existência futura. A qualidade social da pessoa em causa e o serviço prestado à Coroa influenciavam a decisão sobre a quantia a atribuir como pensão e a sua extensão no tempo. As petições eram enviadas ao Conselho de Guerra, o qual emitia um parecer que depois era levado ao Rei (ou Rainha regente, entre 1656 e 1662) para despacho.

Se a invalidez ainda permitisse o desempenho de qualquer tarefa auxiliar, o ex-militar poderia ficar adstrito a um forte ou praça militar, prestando o serviço para o qual fosse capaz, recebendo em troca a pensão. Um destes casos foi o de Sebastião Lopes, natural de Távora, comarca de Pinhel, o qual durante 20 anos servira como soldado de infantaria, quer na sua província de origem, a Beira, quer nas de Entre-Douro-e-Minho, Trás-os-Montes e Alentejo. Portanto, em todas as fronteiras de guerra. Foi precisamente em 1665 que, tendo a sua unidade sido enviada como reforço ao exército de Entre-Douro-e-Minho, foi gravemente ferido. Conforme escreveu na sua petição, participou com a sua companhia no cerco de Lapela, tendo o inimigo quebrado a sua perna com uma bala de artilharia. Remediou-se com uma perna de pau, mas gastou tudo quanto tinha na cura, caindo então na maior pobreza e miséria. Pedia ao Conselho de Guerra lhe fosse concedida a mercê de dois tostões por dia em qualquer praça ou forte do partido de Riba Coa (a província da Beira estava dividida em dois “partidos”, ou distritos militares), “onde apoiado na muralha se oferece dar a vida por Sua Majestade, havendo ocasião”.

A petição foi apoiada pelo governador das armas de Riba Coa e pelo vedor geral (responsável pelas finanças e material de guerra) daquele partido, pelo facto de Sebastião Lopes ter servido sempre com valor. O Conselho de Guerra deu parecer favorável, mas apenas para a concessão de um tostão (ou seja, 100 réis) por dia, o que foi aprovado pelo Rei D. Afonso VI em Setembro de 1665. A quantia correspondia ao dobro do vencimento diário de um soldado pago de infantaria, mas não nos devemos iludir com a aparente generosidade: era uma quantia escassa face ao custo de vida do período, e as garantias que o ex-soldado a viesse a receber com pontualidade eram poucas. Refira-se que os soldados no activo recebiam uma ração diária de pão e carne, o que não era concedido, por regra, aos que estavam na situação de Sebastião Lopes.

Falhando a mercê régia, o ex-militar ficava reduzido à caridade, quase sempre a cargo das irmandades religiosas e providenciada aos indigentes de muitas cidades e vilas do reino.

Fonte documental: ANTT, Conselho de Guerra, Consultas, 1665, maço 25, caixa 91, consulta de 28 de Agosto de 1665.

Imagem: Peter Snayers, Combate de cavalaria.